Es muy duro recordar todo lo que vivimos, todos los buenos momentos, y darme cuenta de que lo más seguro es que ya no existan más esos momentos. Parece increíble que alguna vez logramos ser felices, imposible, mejor dicho. Es impresionante pensar que dos personas que decían amarse tanto ahora sólo se hagan daño.
Yo me enamoré de ti, de tus detalles, de tus "buenos días princesa", de tus "arriba", de la manera en que me robaste el primer beso, me enamoré de la manera tan perfecta en que me dijiste "te amo" por primera vez, de tu forma de verme, de la forma en que me agarrabas la mano, me enamoré de cada uno de tus besos y tus abrazos. Yo me enamoré de las promesas de estar juntos hasta el último día, y me las creí completamente. Me enamoré de cómo lograbas hacerme reír sin importar lo molesta que estuviera, de cómo me secabas las lágrimas, me enamoré de esas veces que te necesitaba y estabas ahí. Me enamoré de las veces que me dijiste que cuando me despertara en la noche y no pudiera dormir te llamara para hablar... eso significó un mundo. Me enamoré de todas las veces que me dijiste que me protegerías, sin duda alguna eso me enamoró completamente.
Yo te amé desde el primer momento que te vi, desde aquel día que me pasaste por al lado y ni cuenta te diste, desde que te ví jugar por primera vez. Te amé desde que te presentaste, desde que me diste la mano, desde que me sonreíste por primera vez. Te amé desde que me dijiste tu nombre, desde que, apenas conociéndome, me dijiste que yo te daba suerte (probablemente ni lo recuerdes), te amé desde la primera vez que me dijiste que te gustaba y que me querías. Amé tu forma de reír, de bailar, de llorar... amé tu forma de vivir y de enseñarme a vivir.
Jamás quise cambiarte, ¿por qué cambiaría a alguien que es completamente perfecto para mí? Nunca quise cambiar tu mal humor, tu malcriadez, tu terquedad, tus tranquilidad mientras yo peleaba, tu manera tan única de sacarme de quicio, tus "hablamos después"... jamás quise cambiar ni un sólo centímetro de ti; ni el más mínimo.
Tú me amaste; me amabas con todas tus fuerzas, te lo veía en los ojos. Me amabas más de lo que pensaste hacerlo. Me amabas hasta cuando estabas molesto. Me amaste cuando me viste con la cara llena de chocolate, cuando intentabas hacerme entender algo, cuando hacia cualquier locura mía, cuando me viste recién levantada en Higuerote. Me amaste a pesar de todo los problemas que tuvimos, me amaste cuando menos pensé que lo harías. TÚ ME AMABAS y eso nadie podrá quitármelo.
Es irónico todo lo que nos costó estar juntos, todo lo que tuvimos que pasar para poder ser novios; todas las miradas, las malas caras, los prejuicios, los problemas... y lo dañamos todo. Dañamos la relación tan perfecta que teníamos, está bien que peleábamos (porque eso siempre lo supimos hacer muy bien), pero a pesar de todo eso, nos amábamos más que nada. No sé en que momento se nos salió de las manos, en que momento pasamos de estar felices a pelear por todo.
Algo si puedo asegurarte y es que yo jamás dejaré de amarte, pase lo que pase, siempre te amaré y siempre serás el amor de mi vida César.