Me duele inmensamente ver lo indolentes e inhumanos que nos hemos convertido, me duele darme cuenta de que nos hemos vuelto inmunes al dolor porque nos hemos acostumbrado a vivirlo cada día. Me duele ver como las muertes se han convertido en cifras, se han convertido sólo en números. Quizá si comenzáramos a ver qué hay detrás de cada muerto, si comenzáramos a pensar que detrás de cada uno de esos fallecidos hay una historia, una familia, un hogar, un sueño y pare usted de contar las razones por las cuales no puede ser tomado solamente como un número; las cosas serían muy distintas.
¿Quién le dice a una madre que la muerte de su hijo es justa? ¿Quién es capaz de decirle a un niño, que acaba de quedar huérfano, que la muerte de su padre era merecida? Y es que no somos quien para decidir si la muerte de una persona era justa o no, porque no somos quien para poner en práctica la justicia. Pero de lo que si somos capaces es de rechazar cualquier tipo de violencia, venga de dónde venga y sea del color que sea.
Acabo de ver las declaraciones de la madre de uno de los estudiantes brutalmente golpeados y violados en Valencia y fue inevitable contener las lágrimas. Me destrozó el corazón ver a esa señora relatar como su hijo, al despertar de la anestesia que le habían colocado (ya que le practicaron una endoscopia y una colonoscopia), gritaba pidiendo que no lo golpearán más, al revivir los instantes en los que estuvo detenido. Pero lo que más me sorprendió de dichas declaraciones fue la actitud de la madre del joven, ella sólo le pedía a la Fiscal general de la República y a la Presidenta del TSJ su compasión y comprensión, les pedía que se colocaron en sus zapatos, como madre, y se dieran cuenta del dolor que sentirían en ese momento. No quería venganza, sólo exigía justicia y entendimiento.
Sé que no es fácil evitar sentir rabia y rencor por los causantes de tanto sufrimiento, pero no somos quien para decidir el castigo al que serán sometidos. Yo creo en Dios y en la justicia divina, también creo en el karma y en eso de que "todo se devuelve" y por esa razón es que no estoy de acuerdo con buscar venganza... como bien dicen por ahí: "ojo por ojo y el mundo terminará ciego".
Tenemos que aprender a ser HUMANOS, aprender a tener HUMANIDAD, sólo eso nos diferencia de los asesinos, de los desalmados y los depravados. Tanto sufrimiento y tanto dolor no será en vano. En un futuro recordaremos estos días como el camino hacia la libertad en Venezuela y los estudiantes se unirán a las filas de héroes que han formado a este país. Venezuela saldrá adelante y será de la mejor manera.
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