jueves, 29 de agosto de 2013

A ti, mi UCV.

Le escribí al amor de mi vida, le escribí a mi soledad, y ahora te escribo a ti, mi querida UCV. Dije que lloraría lágrimas de sangre por ti y así ha sido. Has sufrido a manos de tantos, tantos que no han sabido apreciar tu belleza, tu fuerza, tu poder, pero que sobretodo, no han sabido apreciarte a ti, a ti como hogar. 

Has visto crecer a tantos, has visto sufrir a muchos, hasta has visto morir a varios, pero sigues ahí, de pie, dispuesta a ver a muchos más que esperamos ser parte de ti, ser parte de ese gran honor que significa ser ucevista. Has visto como muchos desfallecen en su paso por ti, pero también has visto demasiados rostros de felicidad al haber cumplido su meta de ser parte de ti. Has visto como muchos se van, pero también has visto como algunos al poco tiempo regresan, regresan de una manera diferente, más maduros, y ahora, con ganas de enseñar lo que un día aprendieron en ti. 

Hay quienes dicen que cuando te gradúas de la UCV te dan dos títulos: tu título universitario y un título por supervivencia... es tan cierto eso, y te hace tan única. Es imposible llamarte ucevista sin tener tu tapaboca y tu pañito con vinagre en el morral, un morral lleno de sueños, de ganas de ser alguien, de hacer un cambio en esta sociedad, esta sociedad tan truncada y con tantas divisiones. 

¿Será que la sociedad no entiende lo importante que eres? ¿O es que acaso la división política es más importante? No logro entender cómo te agreden constantemente, cómo les importa tan poco un hogar que sólo busca hacerte mejor ser humano.  

Como quisiera lograr hacerles entender a los demás tu importancia, tus necesidades, tus maravillas. Es tan difícil mantenerte, cuesta mucho dinero, que no tienes y conciencia social, que también está escasa. Está escaso ese cariño que debería sentir el ucevista, y el venezolano, al poderte llamar suya. 

¿Cómo se le enseña a un país con tantos problemas a sonreír? ¿Qué hacemos para enseñarle a Venezuela todo lo que tú vales, mi querida UCV?  

Quizá hoy parezca imposible, quizá hoy parezca que el cielo no volverá a salir, que todo seguirá oscuro, pero recuerda mi querida UCV, tú eres la casa que vence la sombra y ésta, es sólo una sombra más.  

miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Por qué él?

Desde que lo conocí siempre ha rondado en mi cabeza esa pregunta, ¿por qué él? ¿Por qué una persona que me ha hecho sufrir tanto? Supongo que es mi karma, es el precio que tengo que pagar por algo que hice. Aunque, si es así, es el precio que pago con más gusto. 

Él me encanta, su forma de ver la vida, su forma de hablar, su forma de mirar, todo de él me fascina. Tiene la facilidad de ser mi debilidad, creo que eso es lo que mejor lo define, mi debilidad. 

Quisiera dejar de pensarlo, quisiera que me dejara de importar, aunque sea por un día, me canso de amarlo tanto. Aunque también quisiera que él se sintiera de la misma manera. Quisiera que me viera de la misma forma que yo lo veo, que se perdiera en mi voz como yo me pierdo en la suya, que pensara en mí todo el día, así como yo lo pienso. Daría tanto porque se sintiera igual que yo. 

Desearía poder dejar de escribir sobre él, sobre nosotros, sobre lo que siento... pero es inevitable, se me hace inevitable comenzar a escribir y que no me venga él a la mente. ¿Cómo hago para sacarlo de mí? Cómo hago si se ha metido en lo más profundo de mí, se ha metido en mi corazón, en mi alma, se ha adueñado de mí. 

Lo amo, lo amo con tanta locura que podría llamarme loca, lo amo con tanta fuerza que podría levantarme si me cayera, lo amo con tantas ganas que movería el mundo por verlo feliz.  Lo  amo bonito, no de ratito. Lo amo con cada parte de mí. Lo amo porque, a pesar de todo, me impulsa a ser mejor. Lo amo a pesar de lo malo, de sus defectos e imperfecciones. Lo amo desde que lo vi por primera vez.

Siempre me seguiré preguntando, ¿por qué él? ¿Por qué César? ¿Por qué no fue otro? Y la respuesta siempre será la misma, porque es perfecto para mí, porque sus imperfecciones encajan perfectamente conmigo, porque siempre que quiero decir algo malo sobre él, se convierte en algo bueno. Porque solamente él tiene la facilidad de volverme loca en segundos, de hacerme feliz, de hacerme amarlo cada día más... Como dije antes, tiene la facilidad de ser mi debilidad. 

Soledad.

Desearía tanto poder tener a alguien con quien hablar, alguien para contarle mis problemas y que me ayude a superarlos. Quisiera tener esa persona que esté pendiente de mí 24/7. Quizá sí la tengo, quizá tengo muchas personas así, pero no puedo hablar, no puedo pedirles ayuda ni decirles cómo me siento. 

No logro entender por qué se les hace tan fácil a los demás hablar con alguien y contarle sus problemas y yo no puedo hacerlo; hay algo que me lo impide. No sé si sea mi desconfianza en los demás, o quizá sea todo lo que me acostumbré a estar callada... sí, seguro es la costumbre. 

Me acostumbré a callar, a no decir lo que siento... ¿Y para qué decirlo? A nadie le importan tus problemas como a ti mismo, por lo menos mis problemas. Cuando se trata de los demás, vuelvo sus problemas como los míos propios, pero no hay nadie que haga eso mismo con los míos. 

Siempre me he guardado mis sentimientos y emociones, he aprendido a ser lo que los demás necesitan, a hacer lo que haga falta para dar felicidad, pero nadie se ha preocupado por ser esa persona para mi... O mejor dicho, si hubo alguien que se preocupó, pero ya no lo hace. Es mi culpa, es mi culpa perder todo lo bueno que me pasa. 

Y supongo que perderé todo mientras no pierda esa costumbre, esa costumbre a estar callada, a tragarme lo que siento y pintar una sonrisa en mi cara como si nada pasara. Supongo que seguirá siendo costumbre estar sola, como siempre ha sido. 

domingo, 18 de agosto de 2013

Una respuesta.

No espero respuesta para esto, así como no la he esperado para muchas cosas. 

La verdad, te escribo porque daría mi vida entera con tal de no perderte, pero creo que ya lo hice y es muy tarde para arreglarlo.  Siento que te acepté demasiados malos tratos y te jalé demasiado para lo que debí, pero si pudiera retroceder el tiempo lo volvería a hacer con tal de recuperarte.

 Tu fuiste, eres y serás lo mejor que me pasó en la vida, el amor de mi vida y la única persona que ha logrado hacerme feliz. Me duele recordar lo felices que fuimos en algún momento porque, justo ahora, parece increíble que pudimos serlo. Me equivoqué, ambos lo hicimos, pero somos humanos y es imposible no hacerlo. Tú significas demasiado para mí, para mi familia y para mi vida en general. 

La consciencia me está matando porque me volvió a pasar César, siento que me está gustando otra persona, pero, a diferencia de las veces anteriores, esta vez no estás aquí enamorándome, sino alejándome de ti. Ya no sé qué más hacer para acercarme a ti, sólo quiero que las cosas sean como antes, quiero que vuelvas a amarme y volver a ser lo más importante para ti, así como tú lo eres para mí. 

Yo te necesito en mi vida, demasiado diría yo, y quiero que sigas siendo parte de ella. Yo te sigo amando con todo mi ser y lo seguiré haciendo por siempre.
 
Comencé diciendo que no esperaba respuesta para esto, pero la verdad es que si la espero César. 

sábado, 10 de agosto de 2013

Mi día de suerte.

Yo no creía en eso de la suerte, mucho menos en que la tenía; hasta que un día, el once de noviembre del 2011 para ser exacta, lo conocí. Ese fue el mejor día de mi vida, hasta ese entonces. Él se presentó y desde ese mismo instante en que me dijo su nombre, supe que significaría demasiado para mí. Ojalá hubiera sabido que lo amaría con todo mi ser, pero que, también, se convertiría en mi punto débil. 

Ese día, no podía mirar a otra persona que no fuera él, podría decir que fue amor a primera vista, o mejor dicho, a primera palabra, porque ya me había enamorado de él a primera vista hace mucho. 

Pasé toda esa noche pendiente de él, de lo que decía, de cómo me veía y, tratando de saber si él también se sentía como yo. 

Luego de un mes, el once de diciembre del 2011, él me dijo que sentía lo mismo que yo sentía por él. En ese momento, fui la persona más feliz de este mundo, de eso estoy segura. Me sentía tan feliz que no podía ocultarlo. Yo también le confesé mis sentimientos, pero no sabía lo que esa noche pasaría...

Esa misma noche, para sorpresa de ambos, nos tuvimos que ver. Estar con él, después de habernos revelado tanto, fue perfecto. 

Luego de que me despedí de él, me llamó y, cuando volteé, me robó, lo que puedo decir que es, el mejor beso de mi vida. Fue impresionante como en ese momento el tiempo se detuvo, y las mariposas comenzaron a recorrer mi cuerpo. Sin duda alguna, fue el final perfecto para ese día. 

No creía en la suerte, pero él me enseñó a creer. Hoy, después de, exactamente, 21 meses, puedo decir que ese 11/11/11, sin duda alguna, fue mi día de suerte y siempre lo recordaré así. 


jueves, 8 de agosto de 2013

Extrañarte y no morir en el intento.

Has faltado tantas veces, has dejado de estar presete, te has desaparecido, has olvidado todo lo que te necesito, me has dejado a un lado cuando te necesito... pensé que me acostumbraría en algún momento, pero no es así, no ha sido así. Te he extrañado tantas veces, que parece que fueron en otras vidas. He llorado tanto por tu ausencia que parece imposible. 

No creo poder olvidar todas las veces que no has estado, todas las veces que faltaste. A veces me pregunto cómo he aguantado tanto, y la respuesta siempre es la misma. 

Cada vez que te vas, te llevas un pedacito de mí, y con eso, mi felicidad completa. Lo peor, es que estoy segura de que así será siempre, tú siendo feliz y yo extrañando cada parte de ti. 
 
¿Cómo hago para no morir mientras te extraño? ¿Cómo hago para sobrevivir a tu ausencia? ¿Cómo hago para acostumbrarme a que no estarás? Sólo quisiera saber la manera para hacer todo esto más fácil, para poder sobrevivir mientras te extraño cada vez que te vas. 

sábado, 3 de agosto de 2013

A ti...

Hoy decidí escribirte a ti, que sé que estás leyendo esto; si, tú sabes quien eres. Decidí escribirte porque hay tantas cosas que quisiera decirte y no encuentro la forma y, quizá sea ésta. Quiero decirte lo feliz que me haces con un "hola", con una sonrisa, con el simple hecho de existir. Quiero decirte que cuando llegaste a mi vida me pareciste tan diferente a los demás.  

Me enseñaste a confiar, a confiar de verdad. Me enseñaste lo que en realidad es un verdadero amigo, porque te convertiste en eso, en mi amigo, el mejor de todos. Me enseñaste a conocer, a conocerte a ti. Me enseñaste a vivir, a vivir cada momento, cada instante. Me enseñaste a ser feliz, sobretodo a eso, a ser feliz. Me hiciste feliz, como nunca nadie lo había hecho, como jamás lo había sido, como, hasta ahora, sólo tú lo sabes hacer. 

Poco a poco te fuiste metiendo en mi vida, agarrando cada parte de ella y aferrándote tanto, que ya eres parte de mí. Las cosas nunca fueron fáciles contigo, mucho menos para nosotros, y eso era lo que lo hacía interesante, el reto a estar juntos... pero sin duda alguna, el reto más grande de todos, ha sido estar juntos, y permanecer así. 

Me has hecho sufrir tanto como yo te he hecho sufrir a ti, nos hemos hecho daño (mucho daño), hemos dejado que el orgullo sea más grande que esto que nos une, "esto" que no sé si llamar amor. Quizá "esto" sea para siempre, como queremos, pero quizá no, quizá "esto" termine mañana y jamás volvamos a vernos. Pero, así "esto" termine mañana o no termine jamás, tú siempre  serás el AMOR de mi vida... entonces, ¿por qué no llamarlo amor? 

En fin, llámese como se llame, si de algo estoy segura, es de que siempre estarás presente en mi vida y que, pase lo que pase, serás el hombre perfecto para mí. 

Sí César, si todavía te quedan dudas, todo esto ha sido para ti, porque, simplemente, tú eres mis ganas de seguir... Y sólo podría terminar esto diciendo que te amo, que te amo más que a mi propia vida, que te amo como nunca amaré a alguien más. 

viernes, 2 de agosto de 2013

¡Bienvenidos!

Bienvenida, bienvenidos... eso nos dijeron a todos hace unos cuantos años cuando, abrimos los ojos por primera vez. Bienvenida a este mundo. En ese entonces todo era tan fácil, tan simple para nosotros, no hacíamos más que respirar; lo hacían todo por nosotros. Fuimos creciendo y nos fuimos adaptando a este mundo, a este mundo en el que una vez fuimos bienvenidos, y ahora, día tras día nos damos cuenta que ser bienvenidos en ese entonces, no nos hace bienvenidos ahora. Nos prepararon para muchas cosas, menos para sufrir... para realmente vivir. Y es así, esa es la cruda verdad, si no se sufre no se vive, porque de eso se trata la vida de aprender del sufrimiento, de aprender a levantarse, de aprender que las cosas hay merecerlas y de saber, que no siempre seremos bienvenidos.